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Docentes, padres y alumnos exigen enfermeras escolares en los centros para garantizar la seguridad en las aulas y la continuidad del aprendizaje

La presencialidad es clave en la educación de los niños, sobre todo, de los más pequeños. Sin embargo, desde el inicio de la pandemia y especialmente en la primera ola, esa presencialidad se ha visto interrumpida, afectando al proceso de aprendizaje. Docentes, padres y alumnos exigen contar con enfermeras escolares en todos los centros para garantizar la seguridad en las aulas y con ello la continuidad lectiva

Enfermeras escolares, docentes, padres y alumnos han participado en el seminario web “Segundo curso con pandemia en las aulas: experiencia previa, retos y objetivos” para hacer balance del curso anterior y dar las claves para afrontar con seguridad el que acaba de comenzar

Madrid, 16 de septiembre de 2021.- Desde el inicio de la pandemia, los alumnos han sufrido el impacto del COVID-19 en su educación. Tras un curso interrumpido durante meses en la primera ola llegó un segundo curso que, según los expertos, fue mejor de lo previsto pero que aún así ha afectado a su proceso educativo. Con el objetivo de garantizar la seguridad en las aulas, docentes, padres y alumnos exigen la presencia de enfermeras escolares en todos los centros, una necesidad que viene de lejos pero que la pandemia ha hecho aún más evidente.

Para analizar la experiencia educativa desde la llegada del COVID-19 y acometer el nuevo curso con las máximas garantías para la seguridad en las aulas y la continuidad de las clases presenciales, representantes de toda la comunidad escolar se han dado cita en el seminario web “Segundo curso con pandemia en las aulas: experiencia previa, retos y objetivos”.

La sesión ha sido organizada por el Instituto Superior de Formación Sanitaria ISFOS e inaugurada por su directora y vicepresidenta del Consejo General de Enfermería, Pilar Fernández, quien ha hecho hincapié en que “existe una gran incertidumbre de toda la comunidad educativa sobre cómo va a transcurrir el nuevo curso. La experiencia previa nos permite ser optimistas en cuanto a que el profesorado ya está vacunado y los alumnos mayores de doce años han comenzado también a estarlo. Además, sabemos más de lo que sabíamos hace un año sobre la transmisión y las medidas de prevención. Sin embargo, sigue siendo esencial contar con enfermeras escolares en los centros, enfermeras que sean capaces de detectar un posible caso de contagio y activar el protocolo con conocimiento, enfermeras que pueden además coordinarse con los centros de Atención Primaria para organizar la vacunación de los alumnos dentro de las aulas y hacer un registro y seguimiento de la inmunización que puede ser muy útil para el control de la pandemia”.

Por su parte, la enfermera Natividad López Langa, presidenta de la Asociación Nacional e Internacional de Enfermería Escolar (AMECE), ha explicado que “el curso pasado fue muy complicado, tanto por el elevado índice de casos que hubo en determinados momentos, asociado a las distintas olas, como por todas las dudas que iban surgiendo, los positivos de los profesores que a veces no eran sustituidos con la rapidez que requería la situación, el confinamiento temporal de los niños cuando había un positivo… Hoy, nos hemos reunido todos los agentes implicados para analizar la evolución del curso anterior y resolver todas las dudas que surjan con respecto al que acabamos de comenzar”.

Garantizar la educación

El hecho de que la mayoría de los centros educativos no cuenten con enfermeras escolares obliga a los profesores a asumir funciones para las que no están preparados y les resta tiempo para las que sí son sus competencias. Más allá del COVID-19, entre los alumnos hay muchos que padecen una enfermedad crónica -diabetes, asma…- y precisan de la administración de tratamientos durante el horario lectivo, un hecho al que se suma el día a día con caídas, picaduras y otro tipo de accidentes habituales. El COVID-19 no ha hecho sino añadir más carga y responsabilidad a aquellos profesores, la mayoría, que no cuentan con el apoyo de una enfermera escolar.

Como ha explicado la enfermera escolar Paz Gatell Maza, del CEIP San Pío X de Majadahonda, “en aquellos centros donde hay enfermeras escolares, hemos sido las que lógicamente hemos asumido el rol de coordinadoras COVID, pero en aquellos donde no cuentan con nosotras lo ha hecho un miembro de la dirección del colegio y eso les ha generado no sólo una carga de trabajo añadida sino muchas dudas sobre cómo actuar. Las enfermeras escolares estamos siendo esenciales en el control de la pandemia en los centros educativos en los que estamos porque sabemos cuándo un caso puede ser o no COVID y cómo actuar, poniendo en marcha el protocolo. Eso hace que las clases no se vean interrumpidas con las idas y venidas de los profesores, por ejemplo. Nosotras acudimos a la clase, recogemos al alumno que se encuentra mal y evaluamos la situación. Ante un determinado malestar, un profesor no puede discernir entre una sospecha de COVID, un resfriado o algo que le ha sentado mal al alumno”.

Esta enfermera ha abogado además por la vacunación frente al COVID-19 en las aulas: “eso nos permitiría tener un mayor control de qué alumnos están inmunizados y hacer un seguimiento de los posibles efectos secundarios. Además, el registro de esos datos y su reporte a Salud Pública podría ser muy útil para el control de la pandemia”.

Presencialidad y organización

Por su parte, Pedro Jesús Ayala, director del CEIP Francisco de Goya de Almería y presidente de la Asociación Andaluza de directores/as de Centros de Infantil, Primaria y Residencias Escolares (ASADIPRE) en esta provincia y vicepresidente a nivel autonómico, ha hecho hincapié en la importancia de mantener la presencialidad de los alumnos en los centros escolares: “la presencialidad es fundamental porque permite la socialización desde edades tempranas y les enseña resolver los conflictos. Además, no estamos preparados para la formación on line y esto es así sobre todo si hablamos de los más pequeños”.

Con respecto al curso pasado ha explicado que “fue muy complicado. Nosotros estábamos saturados y las enfermeras también. Recibíamos llamadas a cualquier hora para comunicar que había un positivo, las instrucciones a seguir cambiaban de un día para otro… Nosotros exigimos que haya enfermeras escolares en este escenario, pero también sin él porque más allá de la pandemia, en el día a día de nuestros centros, tenemos alumnos que requieren medicación, puntual o crónica, otros que sufren caídas… nosotros somos profesores, no sanitarios. Además, las enfermeras escolares desempeñan una labor educativa en el ámbito de la prevención y la adquisición de hábitos saludables muy importante”.

Familias y alumnos también lo tienen claro. Así, para Leticia Vázquez Ferreira, presidenta de la Confederación Andaluza de Asociaciones de Madres y Padres del Alumnado por la Educación Pública (CODAPA), “la enfermera escolar da seguridad a las familias”. Vázquez ha explicado cómo la falta de información durante el curso escolar había generado tal miedo e incertidumbre que en casos como el de la Línea de la Concepción el cien por cien de las familias no quisiera llevar a sus hijos al colegio en el inicio de curso. “Contar con una enfermera escolar en el centro da seguridad a los padres y eso repercute en el buen funcionamiento del colegio. Para nosotros es fundamental, ahora por la pandemia, pero ya era necesario antes y cuando esto pase lo seguirá siendo”.

Y no ha faltado la visión de los alumnos y para ello la sesión ha contado con Pedro Hernández, actualmente en la Universidad Complutense de Madrid y que el año pasado cursaba el bachillerato en el Colegio Base de Madrid. Pedro ha compartido su experiencia durante el curso anterior y ha explicado su visión de cómo se presenta el 2021-2022.

“El año pasado, al principio, teníamos muchas dudas sobre cómo iba a transcurrir el curso en semipresencialidad. Afortunadamente, gracias a las medidas de prevención y a la tecnología pudimos sacar el curso adelante sin perder el contacto con nuestros amigos y compañeros. En nuestro caso, contábamos con una enfermera escolar y ella fue clave: proporcionaba información puntual sobre cuál era la situación del instituto, sabía cómo actuar ante un caso de sospecha, periódicamente se pasaba por las aulas para insistir y reforzar las medidas de prevención… Eso nos dio una gran seguridad en nuestro día a día”.