Cada año muchos hospitales cierran camas en julio y agosto para no cubrir las bajas por vacaciones del personal sanitario. Esta circunstancia, ya de por sí preocupante, puede resultar trágica en un verano como el actual, donde las bolsas de empleo están ya agotadas debido a las contrataciones extra de la pandemia, existe la amenaza permanente de una segunda oleada y los profesionales sanitarios están agotados.
Cualquier cierre de camas debe realizarse ajustado a las necesidades asistenciales y garantizando unas ratios de enfermería proporcionales a la población que se atiende. No podemos olvidar el importante déficit de enfermeras que sufre España comparada con los países de su entorno.
El cierre de camas y los recortes en personal sanitario son una circunstancia común y nada excepcional en muchos hospitales durante los meses de julio y agosto. Pero con la COVID-19, este verano no es un verano cualquiera. “Estamos muy preocupados, no sólo por el tradicional cierre de camas en esta época del año, sino porque no hay enfermeras suficientes para trabajar en los hospitales y centros de salud este verano. Nos están llegando notificaciones de consejerías de algunas Comunidades Autónomas alertando de que los listados para nuevas contrataciones de enfermeras se han agotado y no consiguen encontrar a personal que ocupe los puestos vacantes”, asegura Florentino Pérez Raya, presidente del Consejo General de Enfermería.
Este déficit de enfermeras no sólo afecta a la sanidad pública. “Conocemos que hay varios hospitales privados que están encontrando serias dificultades para contratar personal este verano”, comenta Pérez Raya. “No es un año para hacer recortes. Hay que hacer todo lo posible para cubrir hasta el último rincón de España con personal cualificado. Queremos recordar al Ministerio de Sanidad y a las Consejerías de Salud de las diferentes Comunidades Autónomas que la crisis sanitaria por el COVID-19 continúa tanto en España, como en el mundo, y que los recortes pueden suponer un aumento de los contagios y los muertos en nuestro país”, recuerda Florentino Pérez Raya, presidente del Consejo General de Enfermería.
Cierre de camas
En la temporada estival de 2019 se cerraron alrededor de 13.000 camas en España, de un total de 92.357. La excusa, como cada año, era que se hacía esto para adecuar la oferta a la reducción de demanda asistencial durante el verano. “Todos los años, desde la Organización Colegial de Enfermería denunciamos esta situación. El cierre de camas debe realizarse ajustado a las necesidades asistenciales y garantizando unas ratios de enfermería proporcionales a la población que se atiende. Recordemos que la ratio en España es de seis enfermeras por cada 1.000 pacientes, muy por debajo de los países de nuestro entorno (8,5 cada 1.000). Y si a esto le sumas la falta de personal la situación es insostenible”, expone Pérez Raya.
En los últimos meses, debido a la brutal pandemia, los hospitales han aumentado la contratación de personal y el número de camas; y los sanitarios han trabajado turnos de horas interminables sin días de libranza ni vacaciones. Solo había un objetivo: salvar el mayor número de pacientes posible. “No podemos olvidar lo que hemos vivido. Y, sobre todo, no podemos volver a caer en los mismos errores. Una segunda oleada puede venir en cualquier momento y la escasez de personal puede desencadenar un nuevo colapso del sistema sanitario”, afirma el presidente del Consejo General de Enfermería. “Además, las enfermeras están agotadas física y psicológicamente. Hay que recordar que la cara amarga de esta pandemia, además de las vidas perdidas, ha sido el estrés y el cansancio que ha dejado huella en muchos profesionales”, subraya.