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Acompañar y aliviar el sufrimiento hasta el final de la vida

Colegios profesionales, asociaciones, agentes sociales y ciudadanía se reúnen para hablar de un tema que aún resulta tabú, la muerte, de cómo acompañar y aliviar el sufrimiento hasta el final de la vida con motivo de la jornada ‘Cádiz ciudad que cuida: acompañar al final de la vida’

Inmaculada Martínez.- Los enfermeros José Manuel de la Fuente, Pilar Balbuena Mora -Figueroa y la matrona Victoria Valimañana, participaron en la tarde de ayer en la jornada ‘Cádiz, ciudad que cuida: acompañar al final de la vida’ celebrada en el Casa de la Juventud de la capital gaditana.

Se trata de una actividad organizada por el Colegio de Médicos de Cádiz, a través de su grupo de trabajo Medicina y Final de la Vida, y la delegación de Salud del Ayuntamiento de Cádiz en la que ha colaborado el Colegio de Enfermería, junto con el de Psicología y Trabajo Social de la provincia.

Esta actividad ha reunido a colegios profesionales, asociaciones, agentes sociales y ciudadanía para hablar de un tema que aún resulta tabú, la muerte, de cómo acompañar y aliviar el sufrimiento hasta el final de la vida.

Cuidados paliativos desde una perspectiva integral e interdisciplinar

La jornada contó con dos mesas redondas. En la primera de ellas profesionales de la enfermería, medicina, psicología y trabajo social, abordaron los cuidados paliativos desde una perspectiva integral e interdisciplinar.

En ella intervino Pilar Balbuena enfermera de paliativos del Hospital de Puerto Real, formada en Salus, toda su carrera la ha realizado en hospitalización hasta la última década que comenzó a formar parte de Cuidados Paliativos.

Balbuena defendió que “el cuidado es la profesión más bonita del mundo” y objetó que, por definición, “siempre nos quedamos cortos”. En ese sentido, subrayó que el abordade del sufrimiento es, relativamente, reciente “hemos aprendido y estamos ofreciendo mejores cuidados, pero no son suficientes, deben ir acompañados de los cuidados de la familia y de la sociedad y hay que tener en cuenta que cada vez las familias son más pequeñas y los pacientes están más solos, no existe esa vecindad, hay poco apoyo social”, puntualizó.

Para Pilar Balbuena resulta primordial “no mirar el tiempo en el reloj, hay que estar atento al paciente y explorar sus necesidades y centrarnos en lo que necesitan, estar atento a sus autocuidados y los cuidados que proporcionan los pacientes”

Fernando Carmona, médico internista y miembro del Grupo de Trabajo ‘Medicina y Final de la Vida’, describió este tipo de cuidados como una forma de acompañamiento que conlleva la atención integral de la persona, que atiende y abarca sus cuatro dimensiones básicas -biológica, sociofamiliar, psicosocial y espiritual-. “Este trabajo tiene que ser en equipo”, afirmó.

Patricia Benítez, psicóloga sanitaria, reclamó una formación reglada y resaltó la importancia de dotar a los profesionales de unas herramientas de comunicación. Maite Villaluenga, trabajadora social que preside este Colegio profesional de Cádiz, coincidió en esa necesaria formación continuada que aporte al profesional habilidades de comunicación que alimenten su empatía. “Alma, corazón y vida también se aprenden”, indicó.

Entre las carencias, los profesionales lamentaron de que no se disponga de una ley estatal de cuidados paliativos, de la falta de una especialidad profesional y de una asignatura universitaria específica. “Se estima que los cuidados paliativos no llegan al 40% de los pacientes que los requieren. Yo creo que ese porcentaje es incluso mayor”, expresó Fernando Carmona. “Tenemos una obligación institucional y política de atender y prestar estos cuidados”, reclamó Maite Villaluenga, mientras que Patricia Benítez recordó que “casi todos nosotros o un ser querido vamos a necesitarlos a lo largo de nuestra vida”.

Mirada desde el voluntariado

La segunda mesa aportó la mirada desde el voluntariado, que Ana Reyes, responsable del equipo de atención psicosocial de Cruz Roja, definió como la voluntad individual transformada en acción social organizada. “El voluntariado no viene a suplir sino a aportar su propio granito de arena”, aclaró. Gema Baños, gerente de la Asociación Española contra el Cáncer, hizo mención a las 30.000 personas voluntarias con la que cuenta la AECC, “lo que da una idea precisa del valor que el voluntariado adquiere para una organización”, resaltó.

Por su parte, el enfermero José Manuel de la Fuente, profesor de atención al paciente crítico y cuidados paliativos de Salus Infirmorum, incidió en que “el voluntariado es un regalo para la sociedad” y recordó que el cuidado paliativo no es solo un cuidado para el final de la vida, sino que alcanza a pacientes crónicos complejos o refractarios a otros tratamientos.

De otro lado, la matrona Victoria Valimaña, responsable del proyecto Arborvitae de Fundación La Vicuña, explicó que “complementamos al sistema y nuestro objetivo es formar a la sociedad en foros abiertos como este”.

Ana Reyes se refirió a la necesidad de atender a la vez las necesidades del voluntario, rodearle de un entorno seguro en el que encuentre una red de asistencia profesional cuando la necesite. Gema Baños puso de relieve la figura del personal voluntario como una figura esencial en el acompañamiento al paciente oncológico y José Manuel de la Fuente resaltó el valor de que Salus Infirmorum cuente con un voluntariado joven. “Les inculcamos que el voluntariado va en su vocación. Son generosos y valientes”, aplaudió.

Finalmente, Victoria Valimaña añadió el “sentido extraordinario del compromiso” que caracteriza a las personas que hacen voluntariado y concluyó: “Hay que normalizar de verdad la muerte en nuestra sociedad y empezar a cambiar nuestra mentalidad y nuestra actitud hacia el final de la vida”.