ALIPIO GUTIÉRREZ / ANA MUÑOZ.- José Martínez Olmos (Guadix, Granada, 1958) es portavoz de la Comisión de Sanidad del Grupo Socialista en el Congreso de los Diputados. Eterno “número dos”, a lo largo de siete años logró mantener su puesto de secretario general de Sanidad durante las dos últimas legislaturas de gobierno socialista, estando al lado de los cuatros ministros de le época: Elena Salgado, Bernat Soria, Trinidad Jiménez y Leire Pajín. Recientemente ha publicado el libro ¿Qué pasó con la gripe A?, una crisis sanitaria que vivió en primera línea desde su puesto de responsabilidad. Actualmente ultima otro libro, en este caso sobre la problemática surgida para proporcionar los fármacos necesarios a los pacientes españoles de hepatitis C: “Es un desafío que merece la pena analizar. No lo hago con la intención de criticar al Gobierno, sino con el ánimo de generar debate”.
En una entrevista concedida a Canal Enfermero, Martínez Olmos se pronuncia sobre los compromisos incumplidos que más afectan a la enfermería, tales como el desarrollo de las especialidades o la prescripción enfermera, y habla con contundencia de temas como el de la dirección de las unidades de gestión clínica: “No es patrimonio de ser médico, de ser enfermera, de ser farmacéutico o de ser veterinario, sino de quien tenga la cualificación y la capacidad de liderazgo”. Además, se muestra muy crítico con la ex ministra de Sanidad, Ana Mato, y recibe con moderado optimismo la llegada al cargo de Alfonso Alonso, al que concede unos días de margen antes de entrar a valorar su gestión.
El liderazgo en las unidades de gestión clínica
Un tema polémico sobre el que se ha debatido mucho en los últimos tiempos es el de si un enfermero debe o no poder dirigir una unidad de gestión clínica. La opinión de Martínez Olmos al respecto está muy clara: no depende de la profesión, sino de la cualificación. “Hay que dejar autonomía a las profesiones para que desarrollen los objetivos que marquen las unidades directivas. La dirección de las unidades clínicas requiere algunas habilidades y algunas cualificaciones de formación en gestión de servicios sanitarios, no es patrimonio de ninguna profesión. No es patrimonio de ser médico, de ser enfermera, de ser farmacéutico o de ser veterinario, sino que es patrimonio de quien tenga la cualificación y la capacidad de liderazgo”, sentencia.
Agilizar el desarrollo de las especialidades
Es uno de los puntos clave del Pacto por la Calidad y la Sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud, suscrito por la Mesa Estatal de la Enfermería (integrada por el Consejo General de Enfermería y el Sindicato SATSE), y el Ministerio de Sanidad en junio del año 2013: el desarrollo efectivo de las especialidades de enfermería. En septiembre del año pasado el Ministerio de Sanidad se comprometió a hacerlo realidad antes de 2024, pero la Mesa Estatal rechazó esa propuesta al considerar que acarreaba un retraso injustificado para la creación, implantación y dotación de las plazas necesarias. En su opinión, dilatar tanto el proceso era intolerable, más aun teniendo en cuenta que sus orígenes se remontan a la aprobación del Real Decreto de Especialidades de 1987.
“Las especialidades de enfermería son vistas con reticencias por las CC.AA al pensar que van a suponer una mayor remuneración”
José Martínez Olmos también considera que 2024 es una fecha demasiado lejana. “Se puede hacer antes y se debe hacer antes. Yo creo que en el fondo se está manifestando un miedo a las resistencias que objetivamente existen en el sistema sanitario a los cambios y al reparto de poder, de prestigio o de capacidad de decidir”. Además, existe otro problema añadido, que es dar el empujón definitivo a las Comunidades Autónomas. Martínez Olmos lo explica así: “En algunas CCAA hay temor a que, si va a haber profesionales especializados en el área de enfermería, eso hay que retribuirlo. Por lo tanto, esa es una decisión que si el Gobierno adopta, impulsa y no financia, en el fondo la responsabilidad cae sobre las autonomías. Las decisiones que vengan de competencias centrales y que tengan impacto económico sobre las CCAA tienen que venir con una financiación, porque si no estaremos haciéndonos trampas en solitario. Es lo mismo que ocurre con la hepatitis C: si el Gobierno autoriza un medicamento que es muy caro y las CCAA no tienen recursos, se puede entender que haya resistencias a aplicar una medida porque no hay dinero”. En último término, el ex secretario general de Sanidad apuesta por el cambio. “Merece la pena revisar esos plazos y comprometerse más con el desarrollo de las especialidades en enfermería. A ver si en este año el ministro resuelve algo en esta cuestión”. Si no, promete, será su partido quien lo resuelva si vuelve al poder en las próximas elecciones generales.
Prescripción enfermera: más posible que nunca
Otro asunto central en la agenda de compromisos que el Ministerio de Sanidad tiene pendientes con la enfermería es el que se refiere a la regulación de la prescripción enfermera, una demanda histórica que no termina de hacerse realidad y que, según Martínez Olmos, hay que resolver inevitablemente. “El otro día el ministro afirmó que iba a abordar este tema. Si no sería, evidentemente, una de las primeras medidas que tendríamos que adoptar. Ese sería un compromiso mío y del Partido Socialista. Pero a mí me gustaría llegar al Gobierno en 2016 con este tema ya resuelto, porque sería un ejemplo de que, efectivamente, el ministro actual rectifica errores cometidos con anterioridad y resuelve problemas concretos”.
“No debe haber ninguna dificultad para regular la prescripción enfermera”
No obstante, es imposible pasar por alto que, con él como secretario general de Sanidad y con su partido en el Gobierno, el tema tampoco se solucionó: “Nosotros no fuimos capaces de resolverlo por las dificultades de poner de acuerdo a Comunidades Autónomas y el adelanto electoral, pero eso no justifica un incumplimiento. No lo cumplimos y no hay justificación. Hay explicaciones”. Ahora, tres años después, cree que ya es más sencillo regular la prescripción enfermera. “La sociedad lo entiende, los profesionales médicos también lo aceptan y, por lo tanto, no debe haber ninguna dificultad”, explica Martínez Olmos.
El futuro de la enfermería
Preguntado por el futuro de la profesión, el portavoz socialista justifica un moderado optimismo por la posible recuperación económica: “No es fácil dar un mensaje optimista con un panorama como el que tenemos, pero yo creo que va a ser posible mejorar la economía de España, no me creo que la crisis económica haya venido para quedarse siempre. Al recuperar esa situación, lo que tenemos que reivindicar es que una parte de esa recuperación vuelva otra vez a la Sanidad: recuperar profesionales, mejorar sus expectativas retributivas y asegurar que la innovación puede llegar a nuestros servicios sanitarios. Debemos plantearnos como objetivo que nadie que haya estudiado en España Enfermería tenga que irse al extranjero porque no le queda más remedio. Que si lo hace sea porque quiera, por razones personales”.
Además, el portavoz socialista apunta a un nuevo ámbito de actuación para los enfermeros “al que le podríamos sacar mucho más rendimiento social, y que tiene que ver con el seguimiento farmacológico. Los profesionales de enfermería están cerca de los pacientes crónicos, en sus domicilios, en el ámbito de la hospitalización, en residencias… El problema que hoy tenemos de no usar bien los medicamentos y de no sacarle todo el rendimiento en términos de salud podría minimizarse con la aportación de los profesionales de enfermería. Yo creo que ahí hay un campo potentísimo de mejora de la calidad asistencial”.
“El objetivo debe ser que nadie que haya estudiado en España Enfermería tenga que irse al extranjero porque no le queda más remedio”
Martínez Olmos no cree en ningún caso que la solución a los problemas del Sistema Nacional de Salud pase por una recentralización, por la devolución al Gobierno central de las competencias transferidas. “Yo no soy partidario de devolver competencias al Gobierno central. Sobre todo en las competencias que no son de salud pública, es decir, en las de gestión sanitaria, la descentralización ha sido clave para que el sistema haya dado el salto que ha dado en los últimos 35 años. Que gobiernos y parlamentos autonómicos tengan que dar cuentas ante los ciudadanos de cómo gestionan una competencia como la Sanidad les ha obligado a ser sensibles, a desarrollar servicios y a trabajar en la construcción de un sistema en comunidades como Castilla La Mancha, Castilla y León, Extremadura, Murcia, Andalucía o Galicia, que eran un desastre en términos sanitarios en los años 70. Yo creo en la descentralización, y también creo en la coordinación”. Como modelo de financiación, Martínez Olmos se muestra partidario de los presupuestos finalistas, “porque obligan a dar cuentas a la sociedad de a qué se están destinando los recursos de sanidad y qué resultados obtiene la sociedad con ello”.
Un cambio lógico
Para Martínez Olmos, que la cartera de Sanidad haya pasado de las manos de Ana Mato a las de Alfonso Alonso sólo se explica por el fracaso de la política sanitaria llevada a cabo por el PP durante los últimos tres años. “Ana Mato va a dejar un mal recuerdo en la gestión de la sanidad. Hace mucho tiempo que dije que ha sido la peor ministra de Sanidad de la historia de la democracia, y buena parte de esa afirmación tiene que ver con que el equipo no le acompañó. La secretaria general de Sanidad [Pilar Farjas] también contribuyó a eso. Nadie le reconoce ningún logro desde el punto de vista de la gestión sanitaria”. Respecto al nuevo ministro, considera razonable otorgarle un periodo de margen, debido a lo reciente de su nombramiento. No obstante, por sus primeras iniciativas como ministro, Martínez Olmos adelanta que “lo que ha hecho hasta ahora, aunque sea insuficiente, no ha estado mal. Ha aceptado una propuesta del Partido Socialista en relación a la problemática de la atención a la hepatitis C, que es hacer un plan nacional. Quiero ser optimista, porque ahora parece que podemos tener un ministro con un enfoque normal al hacer política”, entendiendo como un enfoque normal “hablar desde la discrepancia, dialogar y a veces acordar”.“No hay tiempo para impulsar un pacto de Estado pero sí para resolver temas concretos, como el de la hepatitis C”
Pero, ¿es posible que Alfonso Alonso tome decisiones de calado y cumpla los compromisos adquiridos por su antecesora cuando las elecciones están tan cerca? “Depende de para qué temas”, responde Martínez Olmos. “Si es para un Pacto de Estado no, pero si es para solucionar problemas concretos siempre hay tiempo. Queda un cuarto de legislatura, un año prácticamente, y hay problemas concretos, como el de la hepatitis C. Hay tiempo y hay obligación de resolverlo”.
Respecto al Pacto por la Calidad y la Sostenibilidad del Sistema Nacional de Salud, ese que rubricó una serie de compromisos contraídos por el Ministerio de Sanidad con la profesión enfermera que todavía están por cumplirse, Martínez Olmos espera que el nuevo ministro tome las riendas y lo aplique en su totalidad. “Me gustaría, especialmente con la profesión enfermera, que el ministro recuperase el tiempo perdido en los acuerdos que contrajo y que Ana Mato no cumplió”.
La crisis del ébola
La gota que colmó el vaso para que Ana Mato saliera del Ministerio de Sanidad fue, sin duda, su gestión de la crisis del ébola. Echando la vista atrás a aquellos días, Martínez Olmos se muestra moderado en su crítica al Gobierno y explica lo ocurrido por un caldo de cultivo que surgió al infravalorar el peligro que España tenía de albergar una enfermedad como el ébola. “El problema de la gestión de aquella crisis partió de una situación que en principio es comprensible: una enfermedad que, aunque no es nueva, no preocupa en el mundo occidental en un momento determinado. Y, por lo tanto, los sistemas de salud, los profesionales y los propios responsables de los servicios sanitarios no están tensionados para la detección precoz. Se vive como un problema lejano”.“El Gobierno español no hizo bien su papel en la gestión de la crisis del ébola”
Pero todo cambió cuando la OMS declaró la enfermedad como emergencia de salud pública internacional. En ese momento, según Martínez Olmos, es cuando el Gobierno español “no hizo bien su papel. No generó unos protocolos adecuado ni exigió su cumplimiento”. El portavoz socialista de un paso más allá y asegura que “no está claro que la decisión de repatriar a los dos sacerdotes contara con el acuerdo de Sanidad. En ese caldo de cultivo, ese traslado se convirtió en un factor de riesgo y la ministra negó el problema. Dijo que todo estaba bajo control, que todos los protocolos eran perfectos, y no era así”. Aunque tarde y con mucho retraso, Martínez Olmos considera que ahora sí la Sanidad española estaría preparada para hacer frente de manera eficaz a una situación similar.
Tres grandes medidas para resolver los problemas de la Sanidad
¿Cuáles son las primeras medidas que un hipotético Gobierno socialista pondría en marcha nada más llegar al poder, si consiguiera la victoria en las próximas elecciones generales? “En primer lugar, universalizar el sistema y cambiar la protección, porque lo que ha hecho el Gobierno ha sido proteger solamente a aquellas personas que están aseguradas en la asistencia sanitaria, no en la protección de la salud”, explica Martínez Olmos. “Después, caminar hacia una financiación suficiente de la Sanidad, de tal manera que podamos conseguir una tercera cuestión, y es que la innovación relevante pueda llegar con criterios de equidad al conjunto de los ciudadanos”. Y, puestos a plantear un escenario en el cual los socialistas volvieran al Gobierno, hay un interrogante que surge inevitablemente: ¿Se ve José Martínez como futuro ministro de Sanidad? “No es mi objetivo, sinceramente”, responde con contundencia. “Yo me siento absolutamente satisfecho trabajando por la Sanidad pública desde mi aula de profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, desde un puesto de responsabilidad como el que tengo hoy en la oposición. Ya me considero un afortunado”.