En el curso 2013/14 en los Centros Educativos de “Salus Infirmorum” de Cádiz se comenzó a gestar un proyecto para que los estudiantes de Enfermería y Ciclos Formativos tuviesen la oportunidad de ver y conocer otras realidades sobre las poblaciones más vulnerables de la sociedad. En Salus Infirmorum entienden que la caridad y la ayuda a los demás es uno de los valores que se deben transmitir a los estudiantes, máxime cuando estos en el futuro trabajarán en el ámbito de la sanidad. Las profesiones sanitarias están muy ligadas a la asistencia de las personas vulnerables y, en este sentido, los responsables de este centro de estudios universitarios se propusieron que los alumnos comprobaran la necesidad de cuidados que tiene esta población, teniendo en cuenta que muchos de ellos están enfermos y/o tiene algún tipo de adicción y su calidad de vida no es la adecuada.
Con esta idea en la cabeza, se detectó que el número de personas que viven en las calles de la capital gaditana había aumentado como consecuencia de la crisis. Las necesidades de medios materiales y, aún más importante, de sentir el calor de alguien que los escuche y hable con ellos es una cuestión no resuelta para estos vecinos invisibles.
El proyecto fue madurando y, finalmente, la responsable de las actividades de voluntariado de la Asociación Nuestra Señora “Salus Infirmorum” de Cádiz, Isabel Lepiani Díaz, vicepresidenta de la Institución, con el apoyo de los compañeros y del consiliario de la Asociación, el padre Óscar González Esparragosa, párroco de la Iglesia de San Antonio de Cádiz, terminaron de diseñar la acción que se llevaría a la calle para su puesta en marcha. Contactaron con el Hermano Mayor de la Archicofradía de la Columna y le plantearon la posibilidad de colaborar con este programa de jóvenes en la ruta de los Sin Techos de la parroquia, cuestión que aceptaron con ilusión viendo la posibilidad de multiplicar la obra que ya se estaba realizando.
Desde entonces, Isabel Lepiani es una de las voluntarias que nunca faltan a la cita. Llueva, haga frío o calor, cada martes ella y el resto del equipo sale a la calle a sentarse al lado de las personas sin hogar. En total esta “Ronda de los Sin Techo” (como cariñosamente se le llama) cuenta con ocho voluntarios fijos de diferentes disciplinas y cuatro estudiantes, dos de Enfermería y dos de Ciclos Formativos (que van variando según el listado de voluntarios).
¿Cómo surge este proyecto?
Isabel Lepiani: Este proyecto nació en el 2013 y tengo que decir que entonces ya había grupos pertenecientes a otras entidades que se dedicaban a lo mismo. En Salus Infirmorum quisimos sumarnos a esta iniciativa y en un principio se formó un grupo de voluntarios que no estaba integrado siempre por las mismas personas pero que poco a poco, y al cabo de los meses, se fue consolidando. Cuando visitábamos a estas personas, pudimos observar que algunas de las necesidades sanitarias básicas de este colectivo no estaban del todo cubiertas (curar alguna herida, un desvanecimiento, deshidrataciones, etc.) y pensamos que podría ser una buena oportunidad para que nuestros alumnos de Enfermería colaborasen, además de ser una bonita y enriquecedora experiencia.
Cuando lanzamos la iniciativa a los estudiantes, no sabíamos qué aceptación iba a tener pero… la verdad es que los estudiantes nos han sorprendido desde el primer día. Están encantados y la mayoría quiere repetir la experiencia, porque descubren que hay personas que viven en la calle sumergidos en otra realidad muy distinta a la nuestra, y eso les impresiona, y les hace valorar lo que tienen y darse cuenta de lo mucho que queda por hacer. De hecho, es tan buena la acogida que está teniendo que estamos pensando desarrollar otras iniciativas con las que poder aprovechar todo el potencial que tenemos aquí.
¿Cómo os organizáis?
A principios de curso se les explica el proyecto y abrimos un registro en el que se pueden apuntar voluntariamente (tanto para los alumnos de Grado en Enfermería como para los de los Ciclos Formativos). Salimos todos los martes con dos alumnos de Enfermería y dos de ciclos formativos. Son tantos los que se suman a esta iniciativa que apenas pueden salir una o dos veces durante el curso. Nosotros mantenemos este proyecto todo el año, pero los alumnos sólo salen de octubre a mayo, el resto de los meses lo hacemos los voluntarios que forman el equipo fijo.
¿En qué otros proyectos estáis pensando?
Uno de los problemas que hemos detectado es la desprotección de la mujer dentro del colectivo de personas sin hogar. Antes era raro ver a mujeres en la calle, pero lo cierto es que con estos años de crisis el número de “sin techo” de género femenino ha aumentado. La mujer está mucho más desprotegida que el hombre en la calle y, además, en Cádiz hay instituciones que se dedican a dar soporte a hombres, pero no hay ninguna exclusiva para mujeres, y habíamos pensado en un albergue específico para ellas. De hecho, estamos en conversaciones con la Orden de los Caballeros Hospitalarios, que tiene un pequeño espacio libre, para ofrecerles la posibilidad de firmar un convenio de colaboración entre las dos instituciones que pudiese dar servicio a este colectivo.
Hay que tener en cuenta también que a estas personas que viven en la calle es muy difícil hacerles un seguimiento una vez que reciben el alta hospitalaria. Es necesario tener un sitio para atenderlas mientras están convalecientes.
También hemos pensado en formar equipos multidisciplinares con estudiantes voluntarios de distintas titulaciones sanitarias para salir a la calle a visitar a estas personas, y así poder ampliar el campo de actuación/ayuda en el área socio-sanitario (medicina, enfermería, psicología…)
Ellos no tienen tanta necesidad de comida como de atención y escucha, porque el tema de la alimentación lo tienen cubierto con los comedores sociales y las ayudas de otras instituciones.
¿Os aceptan bien?
Por regla general sí. Nos aceptan e incluso nos buscan. Están deseando que llegue el martes para contarnos su día a día, lo que les ha pasado durante la semana mientras se toman un caldito o un café (que nosotros les llevamos), nos piden un paracetamol o un ibuprofeno, o asesoramiento para alguna gestión o algún problema.
¿Cuál es vuestro itinerario de cada martes?
Salimos de San Antonio a las 20:30 horas, cogemos la calle San Francisco hasta la Plaza de las Tortugas, Canalejas, San Juan de Dios, Entrecatedrales, La Caleta y Santa Bárbara. Solemos terminar en torno a las 11 de la noche, aunque eso depende de las ganas de hablar que tengan. Para ellos es su “martes de hablar”
¿Y si llueve? ¿Qué hacéis?
Salimos de todas formas. Es un tema que advierto todos los años, porque esas personas nos esperan siempre. Haga frío o llueva, vamos a la calle, y se te parte el alma porque cuando termina la ronda te vas a tu casa y los dejas ahí, en la calle, en un banco o debajo de una marquesina diluviando.
¿Cuál es el comentario de los alumnos cuando viven la experiencia?
Alucinan porque no son conscientes de la realidad social que esconden las calles de Cádiz. Hemos atendido a un ingeniero viviendo en la calle que lo que nos pedía era libros, a una mujer embarazada, a una chica con una sonda vesical a la que tuvimos que llevar al hospital, matrimonios, familias….
Al principio los estudiantes van con cierto miedo, no saben a qué se van a enfrentar y en sus cabezas la visión prejuiciosa de las personas que viven en la calle pero….al terminar la ronda reconocen que no son como ellos creían….son personas muy vulnerables con mucha necesidad de cuidados.
Muchas veces se justifica la presencia de estas personas en la calle con el argumento de que quieren estar así, ¿después de cinco años de vivencias, crees que es así?
Nadie quiere vivir en la calle. Muchas veces ellos mismos nos dicen que están en la calle porque quieren, pero creo que lo hacen para justificarse.
Suelen ser personas de convivencia difícil y de ahí la dificultad de poder institucionalizarlas. Se trata de personas que en ocasiones no son conscientes de la situación que tienen (hay muchos enfermos mentales y/o con algún tipo de adicción). Desde que quitaron los antiguos psiquiátricos para crónicos (o manicomios como los llamaban antes) estas personas no disponen de centros donde puedan ser tratados correctamente y, o no tienen familia directa o, estos no quieren/pueden hacerse cargo de ellos….con lo cual terminan en la calle. No podemos abandonarlas a su suerte y, lo cierto es que están desprotegidas y olvidadas por la sociedad. Son invisibles.