Se llama Miguel Foncubierta, tiene 23 años, es de San Fernando y desde el 27 de marzo es uno de los enfermeros que libran la batalla día a día frente al Covid-19 en el Hospital 12 de Octubre de Madrid. Su historia es más especial si cabe porque se trata de su primera experiencia profesional, su primer contrato de trabajo.
Miguel cursó sus estudios en la Facultad de Enfermería y Fisioterapia de Cádiz, los finalizó en 2019, y después se preparó para el examen EIR con el objetivo de optar a una de las pocas plazas de especialista que se ofertan en España cada año. Tras presentarse a las pruebas y quedarse a las puertas de obtener la añorada plaza, Miguel comenzó a plantearse empezar a trabajar.
Fue entonces cuando los grandes hospitales de Madrid empezaron a pedir con urgencia que enfermeras y enfermeros de todo el país acudieran a trabajar, especialmente en el servicio de Urgencias y en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), ante el colapso y la falta de recursos humanos que existía en la mayoría de los centros por la crisis causada por el Coronavirus. Al principio, Miguel era reticente por su falta de experiencia laboral, pero al ver que había compañeros de carrera dispuestos a dar el paso, se animó y aceptó un contrato en el Hospital 12 de Octubre.
“Parecía que había mucha gente dispuesta a hacer las maletas e irse a Madrid, pero lo cierto es que días después me vi en un tren camino de la capital de España acompañado de una compañera que decidió dar el salto conmigo”, comenta Miguel recordando el momento que ahora ve tan lejano después de todo lo vivido, pero del que hace apenas dos meses.
Para este gaditano ha sido la primera vez de muchas cosas: su primer contrato, la primera vez que vivía lejos de su familia, incluso la primera vez que ponía una lavadora. “Tomé conciencia del paso que estaba dando cuando me vi camino de Madrid y tengo que reconocer que me agobié y que sentí miedo. Una vez que llegas y te pones manos a la obra, te acostumbras al trabajo y te das cuenta de que básicamente lo que tienes que hacer es ser muy cuidadoso y extremar las precauciones”, explica con la determinación que te da la juventud. Seguramente, como suele ocurrir, cuando pasen unos años y eche la vista atrás se preguntará cómo fue capaz de enfrentarse a una situación como ésta sin bagaje profesional.
La osadía propia de la juventud es la que permite que la persona se desarrolle, madure y adquiera destrezas y facultades. Si encima es enfrentándose a una pandemia sin precedentes, los meses se convierten en años, y al día a día en el hospital no hay Master que se compare. Nada como el ‘tajo’ y estar al pie del cañón para crecer como persona y como profesional.
Dos meses después, Miguel no tiene nada que ver con el chaval que salió de San Fernando con su maleta para luchar por su sueño y empezar a abrirse camino en la profesión que tanto ama. “A día de hoy, pienso que si estoy siendo capaz de enfrentarme a esto, ya estoy listo para lo que me venga”, explica, mientras agradece el trato recibido por los compañeros del hospital “que me han acogido desde el principio, han tenido muchísima paciencia conmigo para que yo aprendiera, me han mimado y me han cuidado, y eso es impagable”.
Desde que llegó a Madrid, este gaditano vive en un hotel que está repleto de compañeros jóvenes y que en la gran mayoría de los casos provienen de Andalucía y están en la misma situación que él. “Apenas he podido relacionarme porque el trabajo no nos deja mucho tiempo, pero comprobar que no he sido el único que se ha lanzado a esta locura me reconforta muchísimo”.
A lo largo de estos meses, Miguel ha rotado por distintas áreas del Hospital, siempre con su EPI puesto y en contacto con pacientes de Coronavirus. “Recuerdo que cuando llegué el primer día a la planta de Ginecología tuve tres pacientes con Covid y que el Hospital se dividió en una zona limpia, que básicamente era la Unidad de Medicina Interna, y otra sucia. Al día siguiente, cuando volví a la planta, la habían reconvertido para pacientes de Covid al completo, y así permaneció durante tres semanas. Cuando la situación se normalizó, volvieron los pacientes de Ginecología y, desde entonces, estoy en la Unidad de Salud Laboral donde me encargo de realizar las pruebas de exudados”.
En principio, Miguel tiene contrato hasta el próximo 30 de junio, después no sabe si le harán otro contrato o si volverá a San Fernando, lo que sí tiene claro, y más después de esta experiencia, es que “como Cádiz no hay nada y voy a hacer todo lo posible por trabajar en la provincia, cerca de mi familia, de mi gente y de mis raíces en definitiva”.