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La felicidad del anciano institucionalizado: un reto Cum Laude

Fernando Guerra conversando con uno de los residentes de la Residencia San Juan Grande de Jerez.

Fernando Guerra, enfermero del Hospital San Juan Grande, leyó su tesis doctoral el pasado 25 de julio obteniendo la máxima calificación

Colegio de Enfermería de Cádiz/Gema Freire.- El anciano también quiere ser feliz. Esta afirmación bien podría resumir las conclusiones de la tesis doctoral leída recientemente por el enfermero jerezano Fernando Guerra Arévalo, delante del tribunal que el pasado 25 de julio decidió otorgarle la mención de Cum Laude. Años de dedicación, de estudio, de búsqueda bibliográfica y de entrevistas personales, denominadores comunes de todas las tesis. Pero su principal característica es que su pieza nuclear está formada por los testimonios de los participantes en el estudio. Personas mayores que viven en una residencia de ancianos, destinatarios primarios y finales del modelo de atención de dicha Residencia. Son los que mejor saben, porque lo experimentan en sus propias carnes, lo que necesitan, esperan, ansían y quieren, tanto para su salud física como emocional y la muestra es que cuando lo reciben, lo agradecen.

La tesis presentada por Fernando Guerra hace hincapié en dos premisas fundamentales, que parecen sencillas, pero que con frecuencia se olvidan: el saber escuchar a los mayores y tener en cuenta esa información a la hora de diseñar el modelo de organización y funcionamiento de la Residencia, así como los planes de atención individualizado para cada mayor. Todo por y para la persona atendida, y no sin el protagonismo de ésta. Fácil de decir pero difícil de llevar a cabo, y ése es el resultado principal que se desprende del trabajo de investigación realizado entre los ancianos institucionalizados en la Residencia Geriátrica San Juan Grande de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios de Jerez de la Frontera.

Por ese motivo, el objetivo ahora es que las conclusiones de la tesis no se queden en un papel y se lleven a la práctica, porque después de todo, ése debe ser el fin de cualquier trabajo de investigación.

 

 Colegio de Enfermería: ¿Por qué eligió ese tema?

Fernando Guerra: Tengo la suerte de trabajar en un hospital y en una institución con un perfil cuidador donde la enfermería tiene un protagonismo especial, con una población principalmente mayor, por eso vi conveniente que mi estudio fuera en torno a ellos, con el ánimo de conocer la experiencia de vida actual de los mayores atendidos, entendiendo que sería una buena manera de  poder introducir mejoras en nuestra práctica diaria. Las residencias geriátricas de San Juan de Dios tienen unas connotaciones que las identifican. En el siglo XVI, una persona (San Juan de Dios) se dedicó al cuidado de los frágiles, y lo hizo de una manera ejemplar, centrándose en la dignidad de la persona. Esa idea ha ido evolucionando a lo largo de los siglos, hasta nuestros días, y a estas alturas le tenemos que aplicar un método, y hacerlo con una rigurosidad que se haga incluso medible.

Fernando Guerra durante la lectura de su tesis doctoral.

La Orden de San Juan de Dios cuenta con más de 14 centros en la mitad sur de la península, formando la Provincia Bética de esta institución. En esta provincia compartimos un modelo práctico asistencial, alineados con los principios y valores de San Juan de Dios. Nuestro principal objetivo es garantizar la dignidad de la persona atendida con rigor metodológico, teniendo en cuenta a la persona y su familia, a los profesionales y midiendo los resultados.

Escogí este tema porque es de aplicación práctica para mi institución y porque consideraba que saldríamos ganando todos. Además, los datos y testimonios que iba a necesitar podían estar a mi alcance, y si a eso se le suma que me atraía muchísimo el tema, a nivel profesional, personal y como colaborador de la Orden, pues tenía todos los ingredientes para elegirlo.

¿Cuáles son los principales resultados de su tesis?

Los ancianos coinciden en que están a gusto en nuestra residencia y que no la cambiarían por otra. Ellos refieren que la institucionalización genera pérdidas y ganancias para la persona que elige esta opción, pero el balance es favorable a sus sentimientos de bienestar y satisfacción. Dentro de los resultados, me llamó especialmente la atención la opinión compartida y muy claramente expresada por algunos mayores que hacía referencia, a su manera, a la insistente actitud paternalista que mantenemos aún los profesionales. Según las personas entrevistadas, tendemos a pensar por ellos. Aunque previamente le hayamos pedido opiniones, finalmente a la hora de implantar mejoras en el día a día, sistemáticas colectivas e individuales, lo hacemos sin buscar su colaboración y/o contrastar con ellos dichas iniciativas.

Hay que tener en cuenta que estas personas abandonan su casa, donde tenían su organización y sus normas, para irse a vivir en esta nueva etapa de sus vidas a un lugar donde deciden todo por ti.

El valor de esta tesis está en el potencial práctico que tiene. No es una tesis que descubra nada nuevo a través de la investigación. Es un tema bonito, actual, sensible, donde todos nos vemos reflejados o tenemos referencias cercanas. Es un trabajo hecho a través de los testimonios de los ancianos. Cuando realizas una tesis haces una revisión bibliográfica de estudios similares y esa revisión dice que hay situaciones similares descubiertas ya a mediados del siglo pasado que siguen siendo recurrentes, relacionados con la deshumanización y la actitud paternalista.

¿Las personas mayores ingresan en las residencias por voluntad propia?

En este estudio he hablado lógicamente con los mayores que están en plenas facultades cognitivas y la mayoría de ellos me contaban que en el momento de ingresar en la residencia estaban convencidos de que era lo mejor para ellos, aunque la institucionalización no formara parte de sus preferencias y expectativas en el pasado. Algunos incluso recomiendan a sus hermanos y amigos que tomen la misma decisión.

¿Cuál es la actitud de la familia en todo este proceso?

Llegado este punto me gustaría hacer una reflexión. Los padres y madres se levantan de la cama cuantas veces sea para ver a su hijo en la noche, le intentan dar lo mejor y lo cuidan con lupa. Cuando los mayores llegan a la fragilidad del niño no nos comportamos con ellos de la misma manera, cuando realmente necesitan el mismo rigor en el cuidado que los hijos. En el caso de los mayores parece que con menos basta, y hay que tener en cuenta que una persona desde que tiene uso de razón hasta que muere quiere ser feliz, tenga la edad que tenga.

¿Y a la enfermería, donde la sitúas en este proceso?

En muchos de estos casos el cuidado requiere necesariamente una parcela profesional que es pura de la enfermería y que por lo tanto nadie estará mejor posicionado que las enfermeras para abordarlo. Poco a poco los profesionales nos vamos concienciando de ello, pero hay que concienciar también a la población.

¿Los mayores institucionalizados demandan más afecto o cuidados enfermeros?

Depende de la persona y de sus circunstancias. El que está mal de salud quiere principalmente que le alivien sus necesidades relacionadas directamente con la salud física, y el que conserva buena salud física, probablemente sus necesidades estén relacionadas con otras dimensiones como el ocio, el sentido de pertenencia, relaciones sociales, espiritualidad, etc. Por eso hay que tender a personalizar los cuidados, que es precisamente lo que ellos nos están demandando.

Dice en su estudio que la diferencia en el grado de satisfacción del anciano institucionalizado con respecto al que no lo está es mínimo.

Comparé mis datos con encuestas que realiza el Imserso a población mayor de 65 años no institucionalizada y no existen diferencias significativas en grado de satisfacción con su vida pasada y la actual. El hecho de estar en una residencia es una circunstancia, pero no aporta cambios en cuanto a su experiencia vital. Hay que entrar más en el detalle para que haya cambios significativos. Nuestros ancianos reconocen que tienen más controlada su salud que en casa y que ha aumentado su interacción social, pero en cambio están más privados en libertad y en la toma de decisiones.

¿Cómo recuerda el día que presentó su tesis doctoral?

Fue para mí el final de un periodo intenso. Compaginar el trabajo, la vida diaria y una tesis para mí fue difícil y muy intenso en muchos momentos. Posiblemente por este motivo apuré hasta el último momento para terminarla. Recuerdo que me causaba ciertos miedos el tema de presentar ante un tribunal científico mi trabajo. Considero que al no tener cultura ni experiencia previa en investigación a este nivel esta experiencia me generaba cierta ansiedad. Pero me hicieron sentir muy cómodo y debo agradecérselo a los miembros del tribunal. Por otra parte, mi Directora de Tesis (Consuelo López) fue en todo momento una gran ayuda y acompañante, tanto en lo académico como en lo personal. Con gente así las cosas son más fáciles.

Volviendo al día de la presentación, por todo lo anteriormente dicho, al principio los nervios y el miedo escénico se me hicieron presentes más de lo deseado, pero conforme fue avanzando la presentación me fui relajando, llegando finalmente a sentirme como en casa y disfrutando del acontecimiento.

Cuándo le dijeron que era Cum Laude, ¿qué sintió?

Fue al día siguiente de leer la tesis, el 26 de julio, y en ese momento fue cuando realmente me sentí con la responsabilidad de que todo esto no se quedase en una tesis. El logro académico pasó inexplicablemente a ser historia, generándose en mí el compromiso y la responsabilidad de que todo ese trabajo llegue al anciano, y si hay que seguir profundizando, se hará. Posiblemente ampliaremos el mismo estudio en todas las residencias de la Orden del sur de la península.

 

Gracias Fernando y enhorabuena por la mención.